“El Solitario” no quería trabajar en McDonald's
Solía tocar folk con sus amigos en el garaje de su chalet. Llamaba a algunas putas y todos juntos, fumaban la marihuana que él mismo cultivaba en su jardín.
-¿A qué te dedicas? -le preguntaba una prostituta colocada.
-¿Yooo? -contestaba- ¡Instalo aíre acondionado!
Los vecinos le increpaban, que si demasiado ruido, que si demasiado olor a droga…
-¡Dejadme en paz, subhumanos! –Les gritaba- ¡Quedaros con vuestras vidas de mierda! ¡No me tengáis tanta envidia! ¡Si me seguís jodiendo paso de pagar la comunidad!
A los vecinos les molestaba su eterna vida de fiesta. Mientras ellos se levantaban cada mañana temprano para ir a trabajar, él dormía a pierna suelta y se levantaba al mediodía.
Jaime tenía dos hijos. La madre, una inglesa, los había abandonado. Jaime les sacaba adelante.
-Papá… -le decía el menor de ellos- ¿Me das dinero para ir al cine con mis colegas?
-Claro hijo. Pero no lo malgastes ¿Sabes cuánto me cuesta conseguir el dinero?
Entonces recordaba a los dos guardias civiles y al policía que había matado. No obstante, miraba su cuenta corriente y veía que el dinero empezaba a escasear ¿Qué debía de hacer? ¿Poner un currículo en el Mcdonald´s a los 51 años de edad? ¿Quién iba querer contratar a un viejo?
Nadie.
Esta sociedad era injusta, así que él era injusto.
Entonces se iba a una nave industrial y cogía sus armas, sus matriculas falsas y sus disfraces:
-Tengo que mejorar este disfraz –pensó- Cualquier día, algún estúpido me va a reconocer.
Pero aun así se sentía seguro. Nadie podía detenerle. Él era más inteligente que toda esa gente que se pasa los días y las noches frente al televisor: viendo mierda. Él tenía a la vida agarrada por los huevos: iba al banco y hacia que le dieran su dinero: directamente: sin horas de trabajo de por medio: que trabajen los subnormales.
Llegó hasta Portugal y eligió una sucursal bancaria. Pero antes de empezar a atracar, entro en un bar a tomar un café con hielo. El chaleco antibalas y el traje le hacía sudar. Al salir, fue hasta su furgoneta y se puso su barba postiza: entonces, seis fornidos policías lusos, le rodearon. Fue a sacar la pistola pero se dio cuenta que esta vez no tenía escapatoria: se entregó.
A partir de hoy le mantendría el Estado Español en la cárcel.
-Otra vez –se dijo- Me he librado de trabajar en el McDonald's.
-¡Hola a todos! ¡Soy el 'El Solitario'!
Por eso, tras confesarse culpable de los crímenes y los robos en el Juzgado, gritó feliz y desafiante a toda la muchedumbre de periodistas que habían ido a verle:
-¡Hola a todos! ¡Soy el 'El Solitario'!
¡Salud españoles!
Extraído del blog: http://blogs.20minutos.es/ezcultura
5 comentarios:
Está bien el texto. Una especie de humanización del asesino. Pero aún así no deja de ser un monstruo, aunque no quiera trabajar en McDonalds
Todo fantástico, pero no deja de ser un pobre hombre que debería pudrirse en la carcel. Sus gracietas sólo hacen que sienta lástima, no piedad.
En cualquier caso, no ocurrió así, ni tú eres José Martínez. Te hemos pillado eres De las Cases, ¡maldito gabacho!
Un abrazo.
No sabes cuanto me has alagado llamándome De Las Cases.
Si adjuntas un numero de cuenta en tu próximo comentario te corresponderé como debo...
En cuanto al Solitario, mi objetivo no era que os causara gracia y aun menos pena.
Simplemente me parece un tipo simpático y con un buen par de cojones.
Por otro lado, por supuesto que se debe pudrir en la cárcel.
De hecho las cárceles están llenas de tíos simpáticos y con un buen par de cojones.
Un Abrazo desde Santa Elena a esa patria de cerdos isleños hijos de la gran... Bretaña, en la que te encuentras exiliado.
No dejes de recordarles que por muy poco no se habla español desde 1588 en sus Islas.
Enhorabuena, a esto le llamo yo una ley justa X-DDDD
Prohibido llamar napoleón a un cerdo
Un abrazo
Por supuesto que es justa
¡¡Mon Dieu!!! que desfachatez.
Con la de nombres bonitos que existen para un cerdo como "Wellington", "Von Blücher" , o "Pepiño Blanco"
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