"Yo no le temo a Nada"
Adjunto un pequeño extracto de "Gestapo" una de las 14 obras de Sven Hassel.
En ellas nos muestra la crueldad de la guerra en toda su magnitud.
Una increíble saga de obras bélicas, que lejos de ensalzar las batallas de nuestra más reciente historia, nos las retrata con tal crudeza, que hace que realmente nos planteemos, ¿Hasta donde puede llegar el hombre para defender sus convicciones?
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- Yo no le temo a nada – afirmó el joven, sentado en el fregadero y devorando pepinillos-. Que se vayan todos al cuerno.
Por todas partes, en el suelo de la cocina, en las habitaciones, incluso en el cuarto de baño, estaban sentados o tendidos toda una pandilla de jóvenes y de muchachos que afirmaban al unísono que no temían a nada.
- Nuestros padres están locos – dijo el que estaba sentado en el fregadero -. Todos dejarán la piel en esta guerra.
- Revientan en los calabozos de la GESTAPO – dijo una joven mientras besaba a un muchacho que nunca se había acostado con una mujer -. Esta noche te seduciré.
La muchacha distaba de ser tan joven como parecía.
- Cuando me llamen a filas – dijo un joven neurótico, que ceceaba ligeramente al hablar -, haré lo que se me antoje.
- Naturalmente – contestaron los demás -. No podrán con nosotros.
- Ya puede venir la GESTAPO – añadió una pareja.
Estaban tendidos detrás de la cocina.
- La nación es nuestra – dijo un jovenzuelo con gafas, que tenía la manía de declamar poemas patrióticos.
Cinco meses más tarde, un sábado por la noche, sus interesantes reuniones fueron interrumpidas por la visita de tres hombres. Tres hombres con el sombrero bien encasquetado y una pistola bajo el brazo izquierdo.
El joven recibió un bofetón y ya no tuvo nada más que decir.
Una muchacha de cabello muy largo, que rehusaba levantarse de su sitio detrás de la cocina, recibió un puntapié. Después, se puso en pie y se cuadró.
El jovenzuelo de los poemas patrióticos estaba tumbado junto a una muchacha morena, en un estante de la despensa.
Una oleada de obscenidades cayó sobre ellos. Después se pusieron en pie junto a la pared.
La pelirroja que pensaba que sus padres estaban locos, se orinó en las bragas.
Formando una larga fila, anduvieron hasta dos grandes autobuses verdes. Cincuenta y dos jóvenes que no temían a nada en el mundo.
Durante tres días, permanecieron en el número 8 de Stadthausbrücke. No les trataron con excesiva dureza.
Sólo estaban allí aprendiendo a conocer el miedo y las lágrimas. Se convirtieron en verdaderos hombres y mujeres, que se daban cuenta de que el valor no era más que una palabra vacía. Sólo tiene valor el que está del lado bueno de la metralleta.
Los uniformaron a todos. Algunos murieron durante la instrucción. Otros escogieron la muerte voluntariamente. Los demás lloraban. Se habían olvidado de reír.
No querían luchar. La guerra no les concernía. Pero ahora tenían que luchar por algo que no les concernía.
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4 comentarios:
Me ha gustado, es muy emotivo, pero no comparto lo de "Sólo tiene valor el que está del lado bueno de la metralleta." Creo que eso es falso. Además, hay ocasiones en las que el lado bueno está delante.
Javi, javi, javi, el lado bueno nunca es delante.Al menos si quieres seguir ESTANDO...
Es una concepción un tanto pesimista pero bueno... ¿Como no vas a ser pesimista si viviste la IIGM ?
el lado bueno delante.... hmm... yo no lo creo.
En fin, José, eres un plagiador!!!!
Este fragmento lo escogí yo del libro de Gestapo de Sven Hassel, Inédita editorial.
Con esto os recomiendo cualquier libro de los 14 que ha escrito Sven.
Y de paso me hago propaganda;
http://www.marulov-kahn.blogspot.com
www.paranoiackos.do.nu
Saludos. FyH
Me ha gustado este fragmento. Sobre todo el cambio de "cuando me llamen a filas haré lo que se me antoje" a estar cuadrado ante la muerte. Siempre hay algo a lo que temer. Siempre.
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